Estas Mil Millas no fueron moco de pavo, la abundancia de tripulaciones de todo tipo: debutantes, veteranos, especialistas, históricos, y consagrados, creaban un ambiente muy distendido, y realmente disfrutable.
La única pena es que no pude ver todos los autos, debido a que en carrera se ven solamente los dos o tres que se tienen adelante, y a veces el que está atrás.
Mi piloto... como siempre un capítulo aparte. Debo reconocer que tengo una habilidad muy especial para enganchar pilotos de buena categoría, y que pueden aportar al asunto bastante más que el usual dominio del volante y los pedales.
Como algunos sabrán, mi misión era suplir la querida presencia, la innegable transparencia, del Flaco Vonder Flujen. Lo que generó el constante control (de su parte) desde Montevideo, al punto de dejar casi derretido el teléfono de Sangui.
Volviendo al tema de los pilotos, debo agradecer enormemente la actitud del mío, que siempre en forma educada, me hizo notar que mi familia estaba en su departamento, y que si seguía mandándome macanas, era muy probable que aparecieran flotando en el Río de la Plata. Mi gran experiencia como empleado público me hizo zafar de tan incómoda situación, culpando de todos mis errores al auto, a la hoja, al Señor Gordo Cabeda, y mil etcéteras más.
Los primes fueron interesantes clases de turismo, geografía, historia, política, física, y electromagnetismo. El profesor Sanguinetti me dió la auténtica definición de electromagnetismo, de una manera que ni el mismo Nicola Tesla podría hacerlo: "es cosa de mandinga" dijo.
Por si fuera poco, dio clases de habilidad conductiva al pasar por Carmelo, mientras me mostraba el Vivero de Paola (¿o Paula?) adelantando al Subaru Impreza cual si fuese un poste, en una curva a 90 grados.
De la pista, no quiero ni hablar, dejó boquiabiertos a más de uno con su increíble velocidad y destreza.
Me quedaron dos postales de esta carrera: la del Sheraton con todos esos cachilos divinos afuera, y la cara de los Pagliaro, desde que largaron hasta que llegaron, con una alegría y una felicidad muy contagiosa.
Tuve la oportunidad de charlar con la esposa del viejo rodador, que resultó estar a la altura de las circunstancias, y era capaz de contar historias a dúo con el susodicho. Estaría bueno tenerlos en un evento de los beemes, creo que aportarían mucho al grupo (traela Sergio).
Quedé muy conforme con los resultados, y con el planteo de la competencia: un toque de competitividad en un marco de diversión y disfrute.
Mis más sinceras felicitaciones a los ganadores, y un enorme agradecimiento a Sangui por permitirnos a mí y a mi familia compartir estos días en Colonia.
* regulando.tk *